sábado, 8 de julio de 2017

ARTHUR MACHEN

ARTHUR MACHEN

José Francisco Sastre García

            Clásico entre los clásicos, Arthur Machen recogió las tradiciones británicas sobre el pequeño pueblo y las reconvirtió en historias en las que el horror se mantiene por encima de cualquier otra consideración: criaturas que viven en otras dimensiones, que hacen incursiones en nuestro mundo, que en ocasiones deciden echar una mano y en otras hacer travesuras o maldades que trascienden más allá de cualquier cuestión.
            Relatos como "El Gran Dios Pan", "N", "El Pueblo Blanco" o "Los Niños de la Charca", dan fe de este tipo de mitologías que se mantienen vivas en las islas británicas, donde la creencia en seres como duendes, leprechauns, hadas, trasgos, y similares, tiene una raigambre muy antigua. Y como ya he escrito, no siempre se trata de seres benévolos: en ocasiones intercambian sus recién nacidos con los humanos, con objetivos que en el mejor de los casos son oscuros, sombríos, y que desencadenan acontecimientos que acaban por aterrar a quienes los viven, pues los hijos del Pequeño Pueblo no son precisamente normales, poseen algunas características, sobre todo psíquicas, que los diferencian de manera muy notable de nosotros.
            Se ve mucho más claramente esta diferenciación entre la especie humana y la raza que convive en paralelo con nosotros en la novela "La Pirámide Brillante" (o "La Pirámide de Fuego", según la traducción): desapariciones de personas en un área muy concreta, que al final se revelan como piezas de lo que podría llamarse venganza o ritual por parte de estos seres contra la humanidad, a la que sacrifican en una inmensa pira en uno de esos misteriosos círculos de hadas que aparecen por la geografía británica.
            Esta sensación de terror, de impotencia, se transmite a lo largo y ancho de todas sus narraciones, dotándolas de un ambiente agobiante, claustrofóbico en ocasiones, que unido a la maestría del autor a la hora de relatar las historias, ofrece unos textos de gran calidad en la literatura del terror, hasta el punto de que H. P. Lovecraft, el maestro del horror cósmico, en su ensayo "El Horror en la Literatura", lo analiza como uno de los grandes.
            Así, cuando leemos "El Terror", nos enfrentamos a algo intangible, incognoscible, que podría definirse como cósmico, aunque en realidad está más apegado a la tierra, a lo que se podría definir como la venganza de la naturaleza contra los excesos; nada hay definido, tan sólo la sensación de miedo, de pavor, que flota a lo largo de toda la novela hasta que se muestra el verdadero origen de ese terror, que llega a ser incluso más pavoroso de lo que se había definido hasta el momento…
            Todas estas características, toda esta pesadilla, se manifiesta a lo largo de sus relatos, que pueden ser leídos de forma independiente o, tal y como hizo con algunos de ellos, incorporados a una trama base inicial que los enlaza en el compendio "Los Tres Impostores", en el que una investigación irá desgranando secretos oscuros, malsanos, a través de historias que van aumentando el grado de misterio hasta llegar a un punto de locura aterradora. Historias como El "Recluso de Bayswater", publicada también como "Vinum Sabbati" o "La Novela de los Polvos Blancos", en las que el protagonista comprueba hasta qué punto el trato con conocimientos más allá de lo prohibido o lo oculto dan lugar a una conclusión absolutamente devastadora…
            En el estilo de Arthur Machen se conjugan un ritmo lento calculado a la perfección para generar el escenario adecuado, una prosa muy cuidada y elaborada con, en ocasiones, ciertos toques líricos que le dan un carácter especial. El conjunto, en general, ofrece una percepción, una fuerza a las historias, que hace que una vez comenzada cualquiera de ellas, resulte muy difícil dejar de leerla hasta el final…

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